El miedo reina sobre la vida.
Con veinte años todos tienen el rostro que Dios les ha dado; con cuarenta, el rostro que les ha dado la vida y con sesenta, el que se merecen.
Desde la ingenua sencillez llegamos a una sencillez profunda.
Con veinte años todos tienen el rostro que Dios les ha dado; con cuarenta, el rostro que les ha dado la vida y con sesenta, el que se merecen.