Escrito está que el fin del hombre es la acción y no el pensamiento.
Lo mismo que un río: el hombre es cambio y permanencia.
El sentido moral y la cordura se bastan a sí mismos, no necesitan asociarse a una gran inteligencia para darle felicidad al hombre.
La concepción del alma, independientemente del cuerpo es falsa; todas las funciones del organismo dependen unas de otras.
Artificialmente no podemos dar a ningún individuo aptitudes para ser dichoso.
Si estuviéramos totalmente desprovistos de egoísmo, seríamos incapaces de vivir.
Es posible educar niños al por mayor; la escuela no puede ser el sustituto de la educación individual.
Conocemos el centro de nosotros, como individuos, pero no los límites exteriores y hasta dónde se extienden. Puede ser que los límites no existan.
Artificialmente no podemos dar a ningún individuo aptitudes para ser dichoso.