No es atributo del gobierno imponer creencias; debe facilitar las que existen, que buenas o malas, fueron impuestas por carácter, época, lugar o raza.
La desdicha no se perdona en los que durante mucho tiempo fueron dignos de envidia; su derrota nos venga y nos halaga implacablemente.
Desear con ímpetu es casi poseer, pudiera decirse que un deseo impetuoso es tanto como la posesión sin sufrimiento y sin hastío.
Vivir es desear y, según juzguemos nuestros deseos dulces o amargos, juzgaremos buena o mala nuestra vida.
La necedad es el camino de la dicha, la satisfacción soberana, el mayor de los bienes en un mundo bien organizado.
Existe entre el dolor y la inteligencia una relación tan íntima que los seres más inteligentes son los más aptos para el sufrimiento.
Las gentes dichosas no conocen gran parte de la vida: el dolor es el gran maestro de los hombres.
El amor sólo florece en el dolor, las confidencias del amante no son sino gritos de angustia.
Una cosa hace sobre todo sugestivo el pensamiento humano: la inquietud.