Sin mentiras, la humanidad moriría de desesperación y aburrimiento.
Sólo las mujeres y los médicos saben cuán necesaria y bienhechora es la mentira.
¿Qué puede hacer la verdad desnuda y fría contra las brillantes apariencias de la mentira?
La moral descansa naturalmente en el sentimiento.
La moral es la regla de las costumbres. Y las costumbres son los hábitos. La moral es, pues, la regla de los hábitos.
Morir es tan sencillo y tan aceptable como nacer.
… Toda una ciudad, toda una nación reside en pocas personas que piensan vigorosa e intensamente en las demás. El resto no cuenta.
La naturaleza hace al hombre y el hombre rehace a la naturaleza: incesantemente amasa de nuevo a su antigua creadora y le da una figura que no tenía.
La necedad es el camino de la dicha, la satisfacción soberana, el mayor de los bienes en un mundo bien organizado.