No hay nada más triste que la tristeza de un hombre alegre.
Triste es llegar a una edad en que todas las mujeres agradan y no es posible agradar a ninguna.
Cuando el escritor principia a comerciar con su ingenio, no tarda en sorprender los pagos.
Para que un hombre sea realmente feliz, es menester que esté contento de sí mismo.
De la inteligencia no viene jamás la felicidad, por más que otra cosa afirma Schopenhauer, porque la inteligencia no admite reposo.
La vida está hecha para obrar, y es tan corta, que si nos obstinamos en razonar cada uno de nuestros pasos, corremos el peligro de quedar inmóviles.
La oratoria política es el arte de decir vulgaridades con corrección y propiedad.
La mayoría de la gente acepta los dogmas de su religión como los artículos del reglamento de un casino, sin pensar en ellos más que cuando algún socio pide en la junta general su lectura.
En la soledad está nuestra grandeza, pero en la sociedad, nuestra eficacia.