El hombre más feliz es el que se pasa la vida sin grandes dolores físicos o morales y no el que tiene más grandes e intensas alegrías.
A la alegría, cuando se presente, debemos abrirle de par en par todas las puertas, pues nunca llega a destiempo.
Los primeros cuarenta años de vida nos dan el texto; los treinta restantes, el comentario.
Se debe tratar a una obra de arte como a un gran hombre; quedaos delante de ella y esperad a que se digne hablar.
La madre de las artes prácticas es la necesidad; la de las bellas artes es el lujo. El padre de las primeras es la inteligencia y el de las segundas, el genio, que es de por sí una especie de lujo.
La belleza es una carta de recomendación que nos gana los corazones de antemano.
Es más razonable poner de manifiesto la propia inteligencia merced a lo que se calla, que por lo que se dice. Lo primero es un rasgo de prudencia, y lo segundo, de vanidad.
Todo capricho surge de la imposición de la voluntad sobre el conocimiento.
Unir la cortesía al orgullo es una obra maestra.