El que ríe por cualquier cosa es tan necio como el que llora por todo.
Saber y saberlo demostrar, es saber dos veces.
El silencio es el santuario de la prudencia.
El silencio prudente es la santidad de las santidades de la sabiduría terrenal.
Consiste en un parentesco de los corazones, si la antipatía es un divorcio de las voluntades.
Es la simpatía uno de los prodigios sellados de la naturaleza.
El que se adelanta a confesar el derecho propio, cierra la boca a los demás; no es desprecio a sí mismo, sino heroica bizarría; y al contrario de la alabanza, en boca propia se ennoblece.
Es tan difícil decir la verdad como ocultarla.
A los veinte años un hombre es un pavor real; a los treinta, un león; a los cuarenta, un camello, a los cincuenta, una serpiente; a los sesenta, un mono, y a los ochenta nada.