Tan alta idea tenemos del alma del hombre que no podemos sufrir un menosprecio de ella; toda la felicidad de los hombres consiste en esta estima.
El amor no tiene edad; siempre está naciendo.
El placer que el amor experimentó un carácter delicado es mucho más grande cuanto más se alarga el camino.
A fuerza de hablar de amor se enamora uno. Y nada más difícil, puesto que es la pasión más natural en el hombre.
El placer de amar sin osar confesarlo tiene sus penas, pero también sus dulzuras.
La bajeza del hombre ha legado hasta someterse a las bestias y adorarlas.
Si el hombre comenzara por estudiarse a sí mismo, comprendería cuán incapaz es de comprender otras cosas.
El mejor libro de moral que poseemos es la conciencia, y es el que debemos consultar más a menudo.
Dos extremos: excluir la razón y no admitir más que la razón.