Es la ley de la guerra que los vencedores traten a los vencidos a su antojo.
Los hombres creen lo que desean.
Mientras me quede algo por hacer, no habré hecho nada.
Nada es más fácil que censurar a los muertos.
Inauguraré un nuevo modo de vencer, buscando la paz en la clemencia y la dulzura.
No basta con que la mujer del César sea honrada, debe también parecerlo.
Los que arriesgan mucho para ganar poco se parecen a uno que pescara con anzuelo de oro, pues la pérdida de éste no podría ser compensada por lo que pudiera lograr.
Amo la traición pero odio al traidor.
Nada es más fácil que censurar a los muertos.