Enamorarse no es amar. Puede uno enamorarse y odiar.
Para una mujer, toda reforma, toda salvación de cualquier clase de ruina y toda renovación moral están en el amor.
Hay instantes en los que hemos podido aprender mucho más que en los años enteros.
La belleza es algo terrible, porque no ha sido abrazada ni podrá serlo nunca; y lo peor es que la belleza es tan misteriosa como terrible. Es una lucha entre Dios y el demonio, y el campo de batalla es el corazón del hombre.
Los celosos son los primeros que perdonan, todas las mujeres los saben.
Se sufre de dos clases de celos: los del amor y los del amor propio.
Algunos han aprendido todas las ciencias y todo se les vuelve melancolía; cuanto más saben, experimentan mayor tristeza.
La conciencia demasiado lúcida es una enfermedad; en todo tiempo le bastaría sobradamente a cada individuo la simple conciencia.
En la enorme mayoría de los casos se miente por amabilidad. Se desea producir en el oyente una impresión estética, agradable, entonces se miente, incluso sacrificándose.