El que quiera estar contento ha de mortificarse primero; porque quien se mortifica ya posee aquella alegría pura que emana de los cielos.
Lo que sale del corazón nunca puede ser ridículo.
La gente a quien guía la cordura, atinan mejor en hacer el bien que las que se dejan llevar ciegamente por el corazón.
Lo que sale del corazón nunca puede ser ridículo.