El amor propio es el más grande de los aduladores.
Nuestro arrepentimiento no es tanto una contrición por el mal que hemos hecho como por el que puedan hacernos.
La ausencia acaba con las pasiones mediocres y aumenta las grandes, así como el viento apaga las bujías y aviva el fuego.
La avaricia es más opuesta a la economía que la libertad.
Aunque los hombres se envanezcan de sus grandes acciones no son a menudo sino resultado de la casualidad.
Hay en los celos más amor propio que amor.
El celoso se alimenta de dudas.
Los celos nacen siempre con el amor, pero no siempre mueren con él.
La gloria de los grandes hombres debe medirse siempre por los medios que han empleado para adquirirla.