El más admirable milagro del amor es curar a las mujeres de su coquetería.
La inteligencia no podría representar mucho tiempo el papel del corazón.
El daño que hacemos no nos atrae tantas persecuciones y odios como nuestras buenas cualidades.
No hay nadie que se imagine, en cada una de sus cualidades, por abajo del hombre que tiene en más estima.
Las personas débiles no son, generalmente, sinceras.
La debilidad es más opuesta a la virtud que al vicio.
Hay ciertos defectos que, bien manejados, brillan más que la misma virtud.
La confesión de los grandes defectos es, frecuentemente, un deseo de dar a entender que no tenemos otros mayores.
Las almas grandes no son aquellas que tienen menos pasiones o más virtudes que las almas corrientes, sino aquellas animadas por los más altos designios.