Sólo los grandes hombres pueden tener grandes defectos.
Los defectos del alma, como las heridas del cuerpo, siempre dejan cicatriz y peligro de volverse a abrir.
Hay personas tan ligeras y tan frívolas, que son tan incapaces de tener verdaderos defectos como sólidas cualidades.
Es más vergonzoso desconfiar de los amigos que ser engañado por ellos.
Nunca se desea ardientemente lo que se desea sólo por consejo de la razón.
Todos tenemos suficiente fortaleza para soportar las desgracias ajenas.
Sólo las personas despreciadas temen ser despreciadas.
No se desprecia a todos los que tienen vicios, pero se desprecia a todos los que no tienen ninguna virtud.
El celoso se alimenta de dudas.