Preferimos hablar mal de nosotros mismos a no decir nada de nosotros.
La verdadera elocuencia consiste en no decir más de lo que es preciso.
Mientras más se quiere a una mujer, más cerca se está de odiarla.
Es tan fácil engañarse así mismo sin darse cuenta como difícil engañar a los demás sin que lo noten.
La intención de no engañar nunca nos expone a ser a menudo engañados.
Lo mejor para ser engañado es considerarse más listo que los demás.
La envidia es más irreconciliable que el odio.
El que cree encontrar en sí mismo los medios para prescindir de los demás, se equivoca mucho; pero el que piensa que los demás no pueden pararse sin él, se engaña más todavía.
El espíritu es siempre el engaño del corazón.