Muchas veces es más fácil estar conformes que comprender.
La verdad es aquella clase de error sin el que no puede vivir un ser viviente de una determinada especie. El valor para la vida es lo que decide, en último término.
Es más cómodo obedecer a la conciencia que a la razón, pues en cada fracaso la conciencia encuentra una excusa y un aliento.
Es necesario en el trato de los hombres recurrir a un disimulo benévolo, como si no penetráramos los móviles de su conducta.
El conocimiento a veces perjudica.
Sólo cuando el hombre haya alcanzado el conocimiento de todas las cosas, podrá conocerse a sí mismo, pues las cosas son la frontera del hombre.
El que desee convertirse en conductor de hombres, debe resignarse a pasar largo tiempo por su peor enemigo.
Uno busca un partero para sus pensamientos; otro a alguien a quien pueda ayudar a parirlos. Así nace un diálogo fructuoso.
Raramente errara quien contribuyera las acciones extremas a vanidad; las medianas, a costumbres, y las pequeñas, a temor.