Tengo la creencia que no hemos nacido solamente para ser felices sino para cumplir con nuestro deber, y consideremos felices si llegamos a saber dónde se halla nuestro deber.
El veneno que mata al débil es un reconstituyente para el fuerte y éste no le llama veneno.
Los hombres no deciden por lo más racional sino por lo que les llena el corazón de resolución y de esperanza.
Siempre hay un niño en el verdadero hombre.
El egoísmo es la esencia misma de un alma noble.
Todo gran trabajo ejerce una influencia ética. El esfuerzo necesario para concentrarse y dar una forma armónica a una materia, es como una piedra que cae en nuestra vida espiritual; el círculo reducido va creando ondas cada vez mayores.
La esperanza es un estimulante vital muy superior a la suerte.
Hay espíritus que enturbian sus aguas para hacerlas parecer profundas.
La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con que jugaba cuando era niño.