Si vuestra obra de arte es buena y verdadera, encontrará su eco y se hará lugar, quizá dentro de seis meses o seis años después de vuestra muerte, ¿qué más da?
El corazón humano sólo se ensancha con un cuchillo que lo desgarre.
No son las grandes desgracias las que debemos temer en la vida, sino las pequeñas. Más temo a los piquetes de aguja que a los sablazos.
Tres condiciones requiere la felicidad: ser imbécil, ser egoísta y gozar de buena salud.
Quienes busquen la felicidad, no dejen de hallar castigo.
Cuando llegan a los cincuenta, las personas inteligentes hacen con toda seriedad lo que a sus veinticinco años los hubiera hecho morir de risa.
Lamentarse es reconocer que existe alguna cosa buena en la vida, y yo no rendiré nunca éste homenaje a la condición humana.
La melancolía no es sino un recuerdo que se ignora.
Al fin de cuentas, el trabajo es el medio para pasar la vida sin ser visto.