¡Diplomacia! Ciencia de aquellos que no tienen ninguna y que son profundos como el vacío.
En todos los casos las mujeres tienen más motivos de dolor que el hombre, padecen más que él.
El dolor es una luz que nos ilumina la vida.
El dolor ennoblece incluso a las personas más vulgares.
El amor propio y el interés son parte de un mismo todo: el egoísmo.
En cuanto los enamoramos, somos criaturas desprovistas de sentido común.
Jamás la mujer quiere a los hombres que se hacen sus maestros, pues maltratan demasiado sus pequeñas vanidades.
Es tan absurdo pretender que un hombre no pueda amar siempre a la misma mujer, como pretender que un buen violinista no pueda tocar siempre el mismo instrumento.
Hay tres jueces agazapados en el fondo de todas las conciencias: el honor, la verdad y la justicia.