¡Y desgraciados los pueblos en que todos quieren ser directores de orquesta!
Los hombres han querido someter todas las cosas a su voluntad, y hoy son los hombres esclavos de todas las cosas.
¡Quién sabe si cuando creemos imponer más libremente nuestra voluntad es cuando más ciegamente obedecemos a la fatalidad de nuestro destino!
¿Vale el público más que nosotros para que le debamos la verdad? La verdad es para los iguales. El que quiera saberla, que llegue con la inteligencia o con el corazón.