El dolor no puede medirse por la causa, sino por el efecto. Con igual amargura llora el niño codicioso de un juguete, que el hombre fallido en sus ambiciones.
Nadie aprende a vivir por la experiencia ajena; la vida sería aún más triste si al empezar a vivir supiéramos ya que sólo viviríamos para renovar el dolor de los que vivieron antes.
La cultura es la buena educación del entendimiento, mas por lo mismo que es buena educación, no puede ser siempre sincera.
Desconfíe de los que dicen «si no fuera por la educación, ya le diría yo lo que siento», porque la buena educación está en no sentir nunca el deseo de decir a nadie lo que no pueda decirse siempre entre gente bien educada.
El egoísmo y la vanidad no se ven nunca satisfechos, y en un escritor mucho menos.
El único egoísmo aceptable es el de procurar que todos estén bien para estar uno mejor.
El público comprende siempre cuando se le emociona.
Si se ha de ser una presa, al fin y al cabo, mejor serlo del león que del lobo.
Suprime la vanidad en las mujeres y habrás suprimido la mitad, por lo menos, de ambición en los hombres.