No debemos quejarnos de los hombres por su rudeza, su ingratitud, su injusticia, su arrogancia, su amor a sí mismos o su olvido de los demás: están hechos así. Tal es su naturaleza.
Hay gente que quiere con tanto ardor determinadas cosas que por miedo a malograrlas hace todo lo posible por perderlas.
Conviene reírse antes de ser felices, por miedo de morir sin haber reído.
El hombre guarda el mejor secreto ajeno que el suyo; la mujer, por el contrario, guarda mejor su secreto que el ajeno.
Toda revelación de un secreto es culpa de quien lo ha contado.
El silencio es el ingenio de los necios.
Todo nuestro mal proviene de no saber estar solos.
Entre el genio y el talento existe la proporción del todo con la parte.
Si la vida es miserable, resulta penoso soportarla; si es dichosa, horroriza perderla; ambas situaciones vienen a ser lo mismo.