El triángulo de la buena conducta es honradez, justicia y recompensa.
La conducta es un espejo en que cada uno muestra su imagen.
La creencia no es el principio, sino el fin de todo conocimiento.
¿Cómo puede el hombre conocerse a sí mismo? Nunca con reflexiones, sino mediante la acción. Trata de cumplir con tu deber y sabrás lo que debes pensar en ti mismo.
Para conocernos a nosotros mismos, nada enseña tanto como volver a leer lo que escribimos años atrás.
La comunidad del interlocutor nos deja indiferentes; la contradicción nos hace productivos y eficaces.
Siempre queda a cada uno suficiente fuerza para luchar por lo que está convencido.
La costumbre es el más imperioso de todos los amos.
A nadie hay que desearle condiciones de vida ingratas; pero éstas son, para el que casualmente cae en ellas, piedras de toque que permitan probar el carácter y la máxima firmeza de que es capaz un hombre.