¡Cómo te pareces al agua, alma de hombre! ¡Cómo te pareces al viento, destino del hombre!
El hombre puede dirigirse a donde quiera, puede emprender lo que desee; pero siempre volverá al camino que le fijó un día la naturaleza.
El día es excesivamente largo para quien no lo sabe apreciar y emplear.
La suprema dicha es aquella que enmienda nuestras fallas y allana nuestros defectos.
Las mayores dificultades están donde las buscamos.
Hay quien cree contradecirnos cuando no hace más que repetir su opinión sin atender a la nuestra.
Preciso es que le placer tenga sus penas; el dolor, sus placeres.
El niño es realista; el muchacho, idealista; el hombre, escéptico; y el viejo, místico.
Podrían engendrarse hijos educados, si lo estuvieran sus padres.