Las ilusiones perdidas / son hojas, ay, desprendidas / del árbol del corazón.
Mas no le he de decir, que es un secreto, que siempre me he preciado de discreto.
¿Quién no lleva escondido un rayo de dolor dentro del pecho?
¡Malditos treinta años, funesta edad de amargos desengaños!
¡Bendita mil veces la experiencia y benditos también los desengaños!
Hojas del árbol caídas, juguetes de viento son, las ilusiones perdidas, hojas son ¡ay! Desprendidas del árbol del corazón.
Salve, ¡oh, tú, noche serena, / que el mundo velas augusta, / y los pesares del triste / con tu oscuridad endulzas!
Y allá van los versos donde va mi gusto.
¡Malditos treinta años, funesta edad de amargos desengaños!