El constante peligro se torna en placer.
Amarga es la pena que nace de la vergüenza.
Perdona siempre a los demás; pero no a ti mismo.
En todas las cosas el placer tiene un nuevo atractivo por aquel mismo peligro que debería mantenerse lejos.
La pobreza debe ser amada porque te hace demostración de los que te aman.
Que no te espante la pobreza; nadie vive tan pobre como cuando nació.
Sólo hay sufrimiento para el alma que se inquieta por el porvenir.
Sólo las inclinaciones naturales deben ser puestas a prueba, no las otras cualidades, porque la natural triunfa sobre ellas y se coloca primero.
Ambos son defectos: confiar en todos y no confiar en nadie.