El hambre es el mejor condimento.
El placer de los banquetes no debe medirse por la voluptuosidad de los manjares, sino por la compañía de los amigos y por sus discursos.
Hay que comer y beber con tal moderación que nuestras fuerzas se reestructuren y no se recarguen.
Si un hombre pudiera subir al cielo y contemplar todo el universo, la admiración que le causarían sus bellezas quedaría grandemente mermada si no tuviera alguien con quien compartir su placer.
Prefiero el testimonio de mi conciencia a cuentos puedan hablar de mí.
Grave es el peso de la propia conciencia.
De gran peso es el testimonio que la conciencia forma acerca del vicio y la virtud; si lo suprimís, nada permanece.
La victoria es por naturaleza insolente y altanera.
Los hombres, ¿pueden hacer bueno lo que es malo y malo lo que es bueno?