No hay fortaleza tan bien defendida que no puede conquistarse con el dinero.
Aconsejar y ser aconsejado es propio de la amistad.
Dedicarse constantemente a una misma cosa, con frecuencia vence al talento y al arte.
Estar contentos con lo que poseemos es la más segura y mejor de las riquezas.
De la misma manera que la fuerza del espíritu supera la del cuerpo, los sufrimientos espirituales son más intensos que los corporales.
El bien del pueblo es la suprema ley.
Generalmente, a mi parecer, la saciedad de todos los deseos engendra saciedad de vivir.
Los dioses han existido siempre y nunca han nacido.
No consiste la felicidad en la alegría, ni en la lascivia, ni en la risa, ni en la burla, compañera de la ligereza, sino que reside muchas veces en la triste firmeza y constancia.