Un hogar sin libros es como un cuerpo sin alma.
No consiste la felicidad en la alegría, ni en la lasciva, ni en la risa, ni en la burla, compañera de la ligereza, sino que reside muchas veces en la triste firmeza y constancia.
Cuanto mejor es una persona, tanto menos sospecha de la maldad de los demás.
… Si los dioses dieron a los hombres la razón, hemos de creer que también les dieron la malicia, que no es otra cosa que una astuta y falaz razón para hacer daño.
El cultivo de la memoria es tan necesario como el alimento al cuerpo.
La utilidad y la bajeza no pueden existir en una misma persona o cosa.
No quiere morir, aunque en realidad el estar muerto me parece indiferente.
La vida de los muertos está en la memoria de los vivos.
De la misma manera que la fuerza del espíritu supera a la del cuerpo, los sufrimientos espirituales son más intensos que los corporales.