Vana es y peligrosa toda obra humana que no comienza en el cielo.
La admiración es hija de la ignorancia y madre de la ciencia.
No se debe ceder a los insultos del adverso destino; la adversidad insoportable no dura y a la tolerable se la vence.
Fortuna y audacia van siempre juntas.
La belleza es una luz divina, un rayo celestial que diviniza los mismos objetos en que brilla.
Si las íntimas preocupaciones de cada cual se leyeran escritas sobre su frente, ¡cuántos que causan envidia nos moverían a lástima!
Parte de la penitencia es confesar la culpa, conocerla y avergonzarse de ella.
¿Quién puede vanagloriarse de no tener defectos? Examinando los suyos cada cual aprende a personar los del prójimo.
Todo placer esperado es mayor que el obtenido.