Cuando se requiere dar amor, hay un riesgo: el de recibirlo.
Cuando uno quiere dar amor, se expone a recibirlo.
Muy poco segura es la posesión de un corazón al que se quiere retener a la fuerza.
Se es fácilmente engañado por el ser a quien se ama y el amor propio nos incita a engañarnos a nosotros mismos.
Somos más sociables y nos hacemos estimar más por nuestro corazón que por nuestro talento.
El celoso ama más, pero el que no lo es, ama mejor.
Hay que comer para vivir, pero no vivir para comer.
Aunque se goce cien veces de una dicha perfecta, no está uno contento si alguien no lo sabe.
Cuando se requiere dar amor, hay un riesgo: el de recibirlo.