Un hombre de Estado debe tener el corazón en la cabeza.
Si pierdo las bridas de la prensa, no aguantaré ni tres meses en el poder.
Yo hubiese hecho a Pascal senador y a Corneille ministro.
Tratad al Papa como si tuviera doscientos mil soldados.
En toda revolución hay dos clases de personajes: los que la hacen y los que se aprovechan de ella.
El trono es un pedazo de madera cubierta de terciopelo.
De lo sublime a lo ridículo hay un paso.
Los sabios son los que buscan la sabiduría; los necios piensan ya haberla encontrado.
Con frecuencia una batalla decide el destino de un hombre y una pequeñez decide una batalla.