El único deber es el de divertirse terriblemente.
Todos los hombres tienen el mismo derecho a sentarse en la misma mesa.
El hombre es menos él mismo cuando habla por cuenta propia. Déle usted una máscara y dirá la verdad.
Aconsejar economía a los pobres, es a la vez grotesco e insultante. Es como aconsejar que coma menos el que se está muriendo de hambre.
Nunca debe uno fiarse de una mujer que le dice a uno su verdadera edad. Una mujer capaz de decir eso, es capaz de decirlo todo.
La gente no quiere que se le eduque; sólo quiere que se la tenga por educación.
Los hombres quieren ser el primer amor de la mujer; las mujeres, más inteligentes, quieren ser el último amor del hombre.
Un hombre muy enamorado nos hace soñar; un hombre muy enamorado de su mujer nos hace sonreír.
Hay muchas cosas que abandonaríamos si no temiéramos que otros pudieran recogerlas.