Los libros son amigos que nunca decepcionan.
El trabajo es la mejor medicina para todas las enfermedades y desgracias que abruman a la humanidad.
El primer deber del hombre es vencer el miedo. Sin haberse liberado de él no es posible hacer nada.
No hay acto más moral entre los hombres que el de mandar y obedecer. ¡Desgraciado el que reclama obediencia cuando no es debida! ¡Desdichado el que la desoye cuando lo es!
Un monstruo hay en el mundo: el hombre ocioso.
El que no pueda guardar sus pensamientos, jamás sabrá realizar grandes cosas.
La precaución es la semilla de la prudencia.
En este mundo todo se realiza a prueba de combate y la fuerza bien entendida es la medida de todo lo que vale.
El hombre que no admira nada, que no sabe admirar, es como unos lentes sin ojos detrás.