El hombre tiene el amor por ala, y por yugo el deseo.
Feliz hasta en las angustias aquel a quien Dios concedió un alma digna del amor y de la desgracia. Quien no haya visto las cosas de este mundo, no ha visto ni sabe nada.
En los ojos del joven arde la llama. En los del viejo brilla la luz.
La fe es necesaria al hombre. ¡Desgraciado el que nada cree!
Una vez en posesión de felicidad, flaca meta de la vida, olvidamos la verdadera, que es el deber.
A nadie le faltan fuerzas; lo que a muchos les falta es voluntad.
El porvenir es un edificio misterioso que edificamos en la oscuridad y que más tarde deberá servirnos a todos de morada.
El verdadero gobierno es aquél que nos ofrece un aumento en la luz y que no se atemoriza por el engrandecimiento de su pueblo.
La fuerza más poderosa de todas es un corazón inocente.