No es la soledad lo que espanta, sino las voces que la pueblan.
El talento es una magistratura; el genio, un sacerdocio.
El trabajo endulza en todo momento la existencia; pero no a todos les gusta lo dulce.
El trabajo es la Ley y el que lo rechaza fastidiado, lo tiene por suplicio.
El traidor no es otra cosa que un déspota en apuros, que no puede hacer su voluntad, sino resignándose a desempeñar un papel secundario.
Es una cosa bien extraña la felicidad con que los infames creen merecer el triunfo.
Nada tan estúpido como vencer; la verdadera gloria está en convencer.
El vulgo es un viejo narciso que se adorna a sí mismo, y que aplaude todo lo vulgar.
Nada tan estúpido como vencer; la verdadera gloria está en convencer.