Las amistades de la juventud deben durar toda la vida. Dejarlas a la puerta del colegio, al abandonarlo para siempre, sería dejar nuestra fortuna más preciosa.
El recuerdo de una amistad del colegio tiene cierta fuerza mágica: ablanda el corazón y hasta conmueve el sistema nervioso de los que no tienen corazón.
La verdadera amistad es planta de lento crecimiento que debe sufrir y vencer los embates del infortunio antes de que sus frutos lleguen a la completa madurez.
Una amistad anudad en los primeros años es la única que nunca muere.
No esperes a que tu amigo venga a descubrirte su necesidad; ayúdale antes.
Toda amistad, incluso la que se ha roto, tiene derechos que no prescriben fácilmente.
En la amistad como en el amor, ¡cuánto abundan las ternuras postizas!
Corriente es el nombre de amigo, pero la verdadera amistad es rara.
Guardaos de las sospechas, que son el veneno de la amistad.