No comprendo que pueda existir algo más maravilloso que yo mismo.
El amor propio es un instrumento de nuestra conservación. Se asemeja al mecanismo de la reproducción del género humano; es necesario, nos causa placer y debemos ocultarlo.
Amarse a sí mismo es el comienzo de una aventura que dura toda la vida.
El amor propio es un malvado y un traidor que emplea la seducción y el halago, aunque por lo común no persigue más que engañarse e inducirnos al error.
El vicio que nos impide conocer nuestros defectos se llama amor propio, y es el que da tanto crédito a los aduladores.
Los que nunca varían de opinión se aman a sí mismos más que a la verdad.
En el naufragio de la embriaguez se puede observar que el único sentimiento que se mantiene a flote es el amor propio.
El amor propio es el más grande de los aduladores.
El amor propio ofendido es el más seguro antídoto del amor.