Las calamidades son las verdaderas piedras de toque para el hombre.
Es de las calamidades y no de la vida corriente de cada día que aprendemos impresiones y útiles lecciones.
Y es verdad que nada espero, porque no tiene mi mal en la esperanza consuelo.
Lo que aparece como calamidad es muchas veces la fuente de la fortuna.
El oro prueba los metales; la miseria, al hombre fuerte.
Su caída fue ocasión de felicidad, pues sólo entonces se conoció a sí mismo, y comprendió la dicha de ser pequeño.
Las puertas del infierno están abiertas noche y día: fácil es la caída y expedito el camino.
El infortunio es la comadrona del genio.
Al desdichado las desdichas le buscan y le hallan, aunque se esconda en los últimos rincones de la tierra.