El hombre es una divinidad encadenada por el poder de las circunstancias.
Las circunstancias no forman a los hombres, los muestran.
Lo que hace falta es tratar de someter a las circunstancias, no someterse a ellas.
Las circunstancias cambian la lógica.
Abandónate al destino y adáptate a las circunstancias, pues lo que está escrito no se borra porque tú quieras.
Piensa cuánto más dolorosas son las circunstancias de tu ira que las acciones que la han originado.
Aunque las circunstancias influyan mucho sobre nuestro carácter, la voluntad puede modificar en nuestro favor las circunstancias.
El hombre ha de valer tanto que todas las circunstancias han de serle indiferentes.
Ni quiero ni rechazo nada de modo absoluto, sino que consulto siempre las circunstancias.