La conciencia es la voz del dios del alma.
A los poderosos arrastrados por los placeres les falta tiempo para tener conciencias y en cuanto al pueblo, tampoco la tiene cuando se trata de ganar dinero.
La buena conciencia es tan alegre que hace alegrar todas las molestias de la vida.
Hay menor placer en juzgar a su conciencia, que en juzgar la de los demás.
Para que tu mano derecha ignore lo que hace tu mano izquierda, habrá que esconderla de la conciencia.
La conciencia de un hombre y su juicio, son la misma cosa, al igual que el juicio, la conciencia puede equivocarse.
Hay conciencias tan falsas que su remordimiento es sólo el engaño de sí mismas.
Grave es el peso de la propia conciencia.
La conciencia no nos impide cometer pecados pero desgraciadamente sí disfrutar de ellos.