Cuanto mayor es la isla del conocimiento, más largo es el litoral del asombro y la curiosidad.
El conocimiento acredita nuestro poder en la misma proporción en que disminuye nuestro orgullo.
El conocimiento lleva a la unidad, como la ignorancia a la diversidad.
Quien se conoce bien a sí mismo puede conocer muy pronto a los demás hombres. Todo se reduce a un reflejo.
Procura conocerte, seguramente te amarás menos; y al conocer a los demás, seguramente los querrás más.
Sólo cuando el hombre haya alcanzado el conocimiento de todas las cosas, podrá conocerse a sí mismo, pues las cosas son la frontera del hombre.
Para conocernos a nosotros mismos, nada enseña tanto como volver a leer lo que escribimos años atrás.
Aquel que conoce a los demás es un erudito; el que se conoce a sí mismo es un sabio.
El conocimiento directo de una cosa no implica lógicamente el conocimiento de sus relaciones.