¡Después de muchos días oscuros, vendrá uno sereno!
Para el hombre ocupado no hay día largo.
Los días son quizá iguales para un reloj, pero no para un hombre.
No jactes de cosa que has de hacer el día de mañana, pues no sabes lo que dará de sí el día siguiente.
No peses la obra antes de que la jornada haya acabado y la labor esté finalizada.
Lo que llamamos nuestros días más bellos no son sino un brillante relámpago en medio de una noche de tempestades.
Al comenzar el día, hazte la siguiente reflexión: yo me encontraré con un indiscreto, con un ingrato, con un insolente, con un pícaro, con un envidioso y con un egoísta.
Siempre es peor el día siguiente.
Cada día es una existencia en miniatura.