Nadie aprende a vivir por la experiencia ajena; la vida sería aún más triste si al empezar a vivir supiéramos ya que sólo viviríamos para renovar el dolor de los que vivieron antes.
El dolor ni se debe buscar ni se debe rehuir.
El hombre es un aprendiz y el dolor es su maestro; ninguno se conoce a fondo hasta que ha sufrido.
El dolor no puede medirse por la causa, sino por el efecto. Con igual amargura llora el niño codicioso de un juguete, que el hombre fallido en sus ambiciones.
No hay tarea más fácil que hallar palabras proporcionadas a un gran dolor.
Nada ocurre en la vida humana excepto el dolor, pues aun la esperanza que para muchos es una ayuda, es para otros engaños de fútiles anhelos.
Todo dolor es despreciable pues el que conlleva un intenso sufrimiento dura breve tiempo y el que se detiene mucho en el cuerpo, causa una débil fatiga.
Cuando tengas un dolor quémalo en aras a tu voluntad para que su llamarada ilumine tu camino.
Dad palabra al dolor: el dolor que no habla, gime en el corazón hasta que lo rompe.