El joven conoce las reglas, pero el viejo las excepciones.
El que no es bello a los veinte, ni fuerte a los treinta, ni rico a los cuarenta, ni sabio a los cincuenta, nunca será ni bello, ni fuerte, ni rico, ni sabio.
A menudo se echa en cara a la juventud el creer que el mundo comienza con ella. Cierto. Pero la vejez cree aun más a menudo que el mundo acaba con ella. ¿Qué es peor?
Es verdad que cuando se pasan los sesenta son muy pocas las cosas que nos parecen disparates.
¿Qué los años pasan muy rápidamente? Sí, para el que envejece.
El hombre comienza en realidad a ser viejo cuando cesa de ser educable.
Cuando cese de indignarme, habré comenzado mi vejez.
¡Si la juventud supiese…! ¡Si la vejez pudiese…!
La infancia es una eterna promesa que ninguno jamás mantiene.