Los peores enemigos son aquéllos de los que el hombre no piensa defenderse.
Quien no tiene enemigos tampoco suele tener amigos.
El hombre sabio aprende más de sus enemigos que el necio de sus amigos.
El hombre prudente no trata de vengarse de sus enemigos; deja este cometido a la vida.
Las enemistades silenciosas y ocultas son más terribles que las abiertas y declaradas.
Hay que tener cuidado al elegir a los enemigos; porque uno termina pareciéndose a ellos.
No te crees nunca enemigos, pero sobre todo no te crees enemigos tímidos.
Jamás atribuyas a un rival actos más ruines que los tuyos.
Hay que tener cuidado al elegir a los enemigos; porque uno termina pareciéndose a ellos.