El hombre cuerdo y prudente sabe sacar provecho de sus mismos enemigos.
Consulta el ojo de tu enemigo, porque es el primero que ve tus defectos.
El verdadero enemigo te transmite un valor sin límites.
De todos los peligros, el mayor es subestimar al enemigo.
Los espartanos no preguntaban cuántos eran los enemigos, sino dónde estaban.
Los hombres van y vienen, pero los enemigos se acumulan.
Muy pronto se vence al enemigo de fuera cuando el hombre interior está entero.
¡Dios nos libre de enemistades de amigos!
Los espartanos no preguntaban cuántos eran los enemigos, sino dónde estaban.