La felicidad: un placer compartido con otra persona.
El hombre debe ganar su felicidad mediante el sufrimiento; es la ley de la tierra.
La fortuna, el éxito, la gloria y el poder pueden aumentar la felicidad, pero no darla; sólo el cariño de la dicho.
Una vez en posesión de felicidad, flaca meta de la vida, olvidamos la verdadera, que es el deber.
La felicidad no depende de lo que nos rodea, sino de nosotros mismos, verdad absoluta poco creída.
La felicidad es el fruto de las nobles y buenas acciones, no es el regalo de ningún dios; debe ser merecida y ganada.
El deseo de felicidad que estimula a los hombres a cometer las más arduas empresas, frecuentemente los arroja a los más hondos precipicios.
Las promesas de alguna especie de felicidad se parecen a las esperanzas de la vida eterna; vistas desde cierta distancia parecen firmes y uno no se atreve a acercarse más.
La felicidad del hombre se funda en el sentimiento del placer.