No es dichoso aquél a quien la fortuna no puede dar más, sino aquél a quien no puede quitar nada.
No hay espectáculo más grandioso y sublime para los dioses y los mortales que el ver al hombre de bien peleado por la fortuna.
De todo los medios que conducen a la fortuna, lo más seguros son la perseverancia y el trabajo.
La fortuna se mueve aprisa, y casi todos los hombres despacio. Por eso no la alcanzan.
Por muy elevado que la fortuna haya puesto a un hombre, siempre ha necesitado un amigo.
Las personas afortunadas se corrigen poco. Creen tener siempre razón mientras la fortuna sostiene su mala conducta.
La fortuna es como la policía: siempre llega tarde.
Quien a poco se atreve, a menudo encontrará fortuna adversa.
A menudo, la fortuna nos hace pagar muy caro lo que creemos que nos ha regalado.