Aunque abrumado por el peso de mis deberes, gobernaré como se gobierna a un pueblo libre.
Un gobierno recién nacido debe deslumbrar.
Ningún hombre tiene derecho de gobernar a otro sin su consentimiento.
Atenderé únicamente a la virtud y al mérito, y buscaré mi principal apoyo en los hombres de orden y progreso.
Un gobierno es tanto mejor cuando menos se hace sentir.
El objeto de un gobierno es proporcionar a los gobernados la mayor suma de bienes y ésta no puede obtenerse sin educación.
Que todo el que se queje con justicia tenga un tribunal que lo escuche, lo ampare y lo defienda contra el fuerte y el arbitrario.
La discreción es una alta y precisa virtud en los hombres y en los gobernantes.
Para que un gobierno administre bien a un pueblo, es preciso que lo conozca, que tenga datos seguros sobre sus necesidades, sus hábitos dominantes, sus tendencias sociales, en una palabra, el carácter de la nación que gobierna.